lunes, 21 de enero de 2008

MANUEL GAGO Y SU OBRA

Por J. M. Varona “Ché”
Dentro del ciclo de conferencias dadas en la sede histórica de la Universidad de Valencia, le tocó hablar a Pedro Porcel conocido autor y especialista en tebeos que versó sobre el tema Manuel Gago y su obra, considerado por él, como el más grande dibujante del tebeo popular que ha dado España.
El conferenciante fue presentado por el profesor y crítico de cómics Álvaro Pons, el cual resaltó la labor desarrollada a través de los años por Pedro en beneficio de la historieta, señalando que es autor de “La Historia del Tebeo Valenciano” que se publicó en fascículos en el diario “Levante”, del libro “Clásicos en Jauja” y coautor de la obra “Viñetas a la luna de Valencia”.

Porcel comenzó diciendo que Manuel Gago García, a pesar de sus méritos, había sido el gran olvidado de la cultura oficialista, de ahí su empeño –el de Pedro- en revindicar la gran trayectoria de dicho dibujante, como autor de personajes de tanta enjundia como fueron entre otros “El Guerrero del Antifaz”, “El Pequeño Luchador” y “El Hombre de Piedra”. Añadió que dicho autor motivo de su conferencia, nació en Valladolid el 7 de Marzo de 1925 y murió en Valencia a la temprana edad de 55 años, viviendo la mayor parte de ellos en dicha ciudad a donde se trasladó en 1946 y en donde desarrolló su importante labor como “historietista”, en especial a la sombra de la Editorial Valenciana. Puede decirse de él que en sus años de actividad, marcó la evolución del tebeo en aquella época dorada.
En los años 40 recién acabada la Guerra Civil -que como a tantos otros también afectó, y en mucho, a los Gago-, España entró en un periodo con una sociedad atrasada y destrozada por la contienda, y también con una Administración intervencionista que quería meter las narices en todo incluidos los tebeos, lo que sin duda creaba dificultades a los editores para que pudieran sacar cosas por su cuenta.

Manuel Gago era hijo de un militar republicano, que en sus años más jóvenes había leído mucho en especial novela popular de aventuras, y al que le gustaba hacer dibujos con cierta influencia de Emilio Freixas, Jesús Blasco, Alex Raymond, Harold Foster y otros autores de éxito de la época, cuya obra podía admirar en parte gracias a la revista “CHICOS”, que en aquel tiempo era la publicación emblemática por excelencia. La familia de Gago, por el encarcelamiento del padre, había entrado en una situación muy precaria -no tenían un duro- y para superarla, Manuel buscó una salida haciendo lo que sabía hacer que era dibujar. Para ello realizó una serie de trabajos sencillos que envió a diversas editoriales, las cuales –ayudado por un mercado, en aquel preciso tiempo, poco abastecido de profesionales-, terminaron por publicarle algunas cosas.

Es a partir de 1943 cuando la situación nacional impulsada por la internacional se relaja, lo que propicia el que los editores del momento empiecen a moverse por su cuenta. Es ese instante el que aprovecha la Editorial Valenciana de Puerto Belda -que había sido fundada en 1932 y que hasta entonces había hecho folletines- para iniciar el lanzamiento de cuadernos pensados en el entretenimiento infantil. Esta Editorial a partir de ese momento, se convertirá en el motor que impulsará la salida al mercado de tebeos como medio de ocio que tantos éxitos le depararían a pesar de que la Valenciana, al igual que otras editoriales, desarrollaba su actividad sin apenas talleres propios, que terminó por adquirir apoyándose en una situación favorable, lo que unido a la obtención del permiso de edición periódica, acabó por convertirla en una de las grandes editoriales de España.

La Editorial Valenciana empezó a publicar algunas de las historias de Gago, pero no es hasta 1944 en que le lanza al mercado su primer cuaderno de “El Guerrero del Antifaz” cuyas aventuras se desarrollaban en un contexto histórico –el de la Reconquista-, que interesaban por igual al público lector y también al Régimen al que le agradaba verse reflejado en ese pasado, lo que con el tiempo alimentó el tópico que aquello era un producto franquista. Entre los lectores había una fascinación por la Cruz, por la lucha por los ideales, por el “colosismo”, por la mística del honor –típico del medioevo-, lo que propició que la serie de “El Guerrero” desde el primer momento tuviera un notable éxito ayudado por la emoción, violencia y sexo -por el que la censura estaba muy preocupada- que rezuma la serie. Sexo si, aunque de una forma subterránea, para lo cual habrá que recurrir a las figuras de Ana María, Zoraida, Aixa y a otras bellas mujeres con las que se relacionó un “El Guerrero del Antifaz” que estaba envuelto en una situación muy particular, ya que él en principio, se creyó hijo un jefezuelo árabe llamado Ali Kan, hasta que su madre -cristiana que había sido raptada por este jefezuelo-, le dijo que su verdadero padre era el Conde de Roca. Su madre muere asesinada por el mismo Alí Kan y el del antifaz se ve expulsado del que había sido su mundo y adopta la causa cristiana, viéndose obligado -para no ser reconocido por los que él había perjudicado-, a emplear un antifaz. La colección estuvo compuesta por multitud de cuadernos que dejaron de publicarse en 1966. Otro de sus personajes más conocidos que también duró, fue “El Pequeño Luchador” (1945).

Hablar del Gago de aquel tiempo es hablar de tebeos de aventuras, con una saga de héroes cuyas historias se desarrollan en cuadernos plegados y grapados, con portadas de colores chillones que se publicaban en papeles muy corrientes debido a la escasez, y también, para conseguir que dichos tebeos salieran al mercado a precios aceptables. Tebeos que aún pasado el tiempo, se recuerdan con cariño porque permitieron una relación sentimental entre autor y lector.

Por aquella época, se editaron dos tipos de cuadernos pertenecientes a dos Escuelas: una, la que practicaba Manuel Gago, en la que el tiempo contaba, en donde había personajes definidos con la suficiente consistencia para que el lector se los creyera; también itinerarios que marcaban el desarrollo de la aventura que nos introducía al melodrama y que para contarlo –contando con mantener el interés del lector, incluso durante años-, era preciso recurrir a todos los cuadernos que fueran necesarios; era una situación que recordaba a las novelas por entregas. La otra Escuela era aquella en la que el tiempo no existía, el personaje –caso típico de El Capitán Trueno- iba de aquí para allá, incluso en globo; pasando de las aventuras en África a las que se desarrollaban en cualquier parte del mundo con mayas, esquimales o con cualquier tipo de grupo o tribu, sin importar la situación o la época y sin recurrir al recurso del melodrama. Este tipo de historieta –que marcaron otros derroteros- se desarrolló entre el año 50 al 56.

Manuel Gago tal vez no haya sido el mejor dibujante pero tuvo la virtud de narrar como nadie y fue capaz de superar una serie de problemas con su trazo rápido y directo y sus formas precisas; su seguridad de ejecución le permitía, con solo unos rasgos, determinar una espada, una casa, una nube etc. que encajaba como nadie -directamente y a pluma-, en un reducido espacio. Sin boceto previo, era capaz de meter en un primer plano, por ejemplo, a cuatro moros y en un segundo a un pastor con sus ovejas, y allá al fondo a un montón de cristianos y todo con una base pues no era un indocumentado. Gracias a esas condiciones, se convirtió en un profesional de notable éxito que creó escuela con una saga de dibujantes y guionistas de gran altura.

Su relación con la Editorial Valenciana llegó a ser muy particular ya que con ella firmó un contrato que le ataba –a dicha Editorial- con su obra pasada, presente y futura. Pasado el tiempo y en la medida que aumentaba el éxito de Gago, éste llegó a darse cuenta hasta que punto había cometido una barbaridad. Aún así y a pesar de ello, el dibujante empezó a colaborar con la Editorial Toray, lo que hizo reaccionar pronto a la Valenciana la cual, para calmar las aguas, aceptó de alguna manera modificar la situación anterior permitiendo al autor cierta libertad para trabajar en otros sitios. En ese tiempo creó para ellos Purk el Hombre de Piedra (1950), que puede clasificarse dentro del tema melodramático y en donde entra la fantasía con titanes, monstruos y mujeres bellísimas.En 1950 Gago y su familia -en especial con su padre que había salido de la cárcel- funda la Editorial Garga que no tarda en fracasar, lo que no les desanima ya que un año más tarde crean una nueva empresa, también con la familia, a la que bautizan con el nombre de Editorial Maga que es la que se consolida, llegando a poner en el mercado un gran número de series asistida por una importante nómina de colaboradores. En 1948 Manuel Gago –aprovechando una subida importante de sus emolumentos- se había casado con Teresa Quesada la hermana de Miguel y Pedro Quesada los cuales, aun siendo unos chavales, se incorporaron al tebeo de Maga: uno con sus magníficos dibujos y el otro con sus maravillosos guiones, lo que sin duda ayudó a que la nueva editorial se consolidara aún más, aunque Gago siguiera siendo el maestro. En Maga se hicieron cosas magníficas hasta que en 1966, como les pasó a otras, se vio obligada a cerrar debido a la crisis que sacudió al sector.

Manuel Gago dejó de dibujar sus habituales cuadernos de aventuras para Maga y también para la Editorial Valenciana, aunque sin renunciar del todo a su actividad, pero eso si muy atenuada, centrándose –pasado el tiempo y entre otros- en las portadas de las reediciones que Valenciana hizo de “El Guerrero del Antifaz”, actividad que continuó hasta su inesperada muerte acaecida el 29 de diciembre de 1980.
Sin duda alguna a Manuel Gago García se le sitúa entre los grandes de la historieta española –se dice de él que marcó una época en la historia del tebeo- que destacó, entre otras cosas, por su eficacia narrativa capaz de integrar, en perfecta simbiosis, dibujo y guión. Su serie de cuadernos “El Guerrero del Antifaz” fue el patrón a imitar y el modelo a seguir para cualquier realizador de tebeos de aventuras de aquel periodo clásico. Como homenaje y reconocimiento a su labor, el Ayuntamiento de Valencia le dedicó una calle en 1981.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay que votar la entrada para que destaque en el Tebelogs...
Ismael, el Tití Ribiera.